lunes, 27 de julio de 2009

La ciudad bella






estar ahí permanecer

como yuyo lo indeseado

que crece en los jardines

más cuidados tener

la irreverencia de ser

donde no nos interpelan


la destrucción de la huerta es el síntoma

de un gobierno que piensa la ciudad como su jardín.

cuando arrasa

las hojas irregulares, las plantas enmarañadas, los frutos que crecen

azarosos,

amputa el desorden.

concilia su sueño de baldosas grises.


esas no tiñen los pies ni los embarran. son pulcras. e indistinguen todo andar y todo

espacio.

borran los rastros de la albahaca y la menta.

las veredas planas del olvido.


como los frutos, los cuerpos que andan azarosos deben extirparse de la ciudad.

nada puede crecer

en las calles.

ni un zapallo, ni una idea, ni una amistad.

la calle no es un frutal.


la cadencia geométrica de las baldosas marca el ritmo de lo predecible.

preserva el desplazamiento rectilíneo.

minimiza la exposición –abismal- de quienes deben circular.

amortigua el peso de lo común, extiende el espacio privado.


ordenar es aplacar el riesgo de lo que acontece.

el encuentro con un cuerpo doliente,

hambriento, desabrigado, fulgura un segundo de incomodidad

en la conciencia de lxs buenxs ciudadanxs.


la visibilidad de la pobreza en el espacio urbano desquicia el paradigma

de la ciudad espectacular, hecha para el goce visual.


la ciudad bella no se habita, se transita.

es museo, lo que se atraviesa y no se toca.

las baldosas no se huellan, no hay trayectorias.


el encuentro con el otro, con el pobre, agrieta ese ser-todo-ojos. reclama

un cuerpo e incita la experiencia. la eficacia

del discurso massmediático de la inseguridad está en garantizar que eso que aflora sea

únicamente miedo.


el miedo es el dispositivo

que reasegura el paso ordenado por la ciudad.

es el mínimo de experiencia

que inmuniza contra la experiencia.



3 comentarios:

  1. Hermoso, muchas gracias por el rato

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  2. Gran poema naty, comento aunque participo del taller.
    El miedo es el mensaje.

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  3. En las calles, en el andar con mirada y paso indeterminado, se encuentran las huellas. Aquél que desea ver, tocar...los cuerpos que la autoridad prefiere ocultar.

    Gracias por esta hermosa pieza

    Sante!

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