domingo, 30 de mayo de 2010

Haití no estuvo aquí




Entre los ecos de la fastuosa celebración del bicentenario de la Revolución de Mayo, uno que todavía me repimporotea es el de la Galería de los Patriotas Latinoamericanos, inaugurada el último 25 de mayo por la presidenta Cristina Fernández en la Casa Rosada. Se trata de 24 retratos de figuras políticas de distintos países de América Latina, algunos de los cuales, hay que destacarlo, hubiera sido impensable ver expuestos en ese contexto.

No es la intención hacer una crítica sobre la selección de esas figuras, porque desde Althusser y sus aparatos ideológicos del Estado en adelante, es una perogrullada andar llorando sobre lo selectivo que puede resultar, por ejemplo, el contenido de una proyección histórica sobre el Cabildo, como clamó entre lágrimas el diario La Nación. Cualquier historia está matizada por una ideología. La que escriben los que ganan y las otras historias, a-discursivas, orales, corporales y jalonadas desde abajo por los pueblos. Algo de esas otras historias, dinámicas, en constante movimiento, comienza a filtrarse en los resquicios institucionales y, de una u otra manera (edulcorada, empalagosa o sin aderezos), aporta a la construcción del mito de las naciones latinoamericanas. De hecho, se homenajeó a personalidades que debieron esperar añares para ser reconocidas por estados a los que, en su configuración actual, tal vez hubieran combatido, como Tupac Amaru, Tupac Katari, Bartolina Sisa, Pancho Villa, Emiliano Zapata, Farabundo Martí y Augusto Sandino.

Dentro de esa selección uno puede entretenerse haciendo la sub-elección que más le guste para su propio altar, porque algo de museificación también tiene. Esa diversa posibilidad de combinatoria habla menos de contradicciones que de especifidades de cada momento histórico y en cada país. Porque no es lo mismo abrazar el trinomio San Martín-Rosas-Perón, que al tridente San Martín-Evita-Ché Guevara. Lo cierto es que allí hay una diversidad amplia de pro-seres con proyectos disímiles, nacionalistas, internacionalistas, populistas, agraristas, libertarios, comunistas, indígenas, criollos. La galería, por más selectiva que sea, también tiene ausencias y omisiones que implican cuestiones políticas más actuales, como la de Pedro Albizu Campos, independentista portorriqueño del siglo XX que luchó por emancipar a la isla caribeña del control administrativo que todavía hoy ejerce Estados Unidos.

Pero quizás la omisión que trasunta un olvido más recurrente y significativo, según ya lo ha señalado Eduardo Grüner, es Haití y la cultura afrodescendiente. Dijeran Gilberto Gil (que estuvo presente en el Paseo de Julio) y Caetano: "O Haiti não é aqui". Y no, Haití no estuvo aquí, ni allí, ni ahí(ti). La primera revolución anticolonial de América Latina, propulsada por esclavos negros que tomaron las armas y dieron vuelta la tortilla permaneció invisibilizada. El 1° de enero de 1804, Dessalines proclamaba la independencia de Francia luego de casi trece años de levantamientos y batallas, alentado por las ideas que había ventilado la propia Revolución Francesa. Además, confeccionó la primera bandera e instituyó el nombre que hasta hoy lleva Haití, tierra montañosa en lengua arawak. Una nación afro enmarcada por un término indígena, que desplazó hacia oriente a Santo Domingo, hoy Dominicana. Esa gran isla que Colón había bautizado La Española, pero que antes había llevado el nombre de Quisqueya, madre de todas las tierras.

La isla que fue madre de todas las revoluciones de la Matria Grande americana hubiera merecido un homenaje más explícito. Esa galería podría haber tenido a un François Toussaint-Louverture, quien fue el iniciador, la obertura del levantamiento negro, y que luego fuera fusilado por Napoleón; o a un Jean-Jacques Dessalines, con su nombre tan jacobino y su apellido inmortalizado en el himno haitiano, La Desalinienne; o a un Alexandre Pétion, que a pesar de haber alentado el asesinato de Dessalines para controlar el poder interno, colaboró con armas y municiones en las campañas emancipadoras de Bolívar por la América de Sur. Todos generales libertadores que habían nacido esclavos.

En el marco del bicentenario, esas ausencias institucionales tuvieron un compensación en las calles. La Marcha de los Pueblos Originarios marcó un punto de inflexión en la visibilización que la nación argentina tiene de su población de raíces precolombinas. Que en nuestro país no constituye la proporción que habita en Bolivia, Perú o Ecuador, pero que, como tal, existe y pervive. Y aunque tuvo un tibio apoyo en cuestiones de políticas materiales, se hizo de un importante espaldarazo simbólico a nivel social.

Sin embargo, la cuestión afro sigue postergada, aun cuando miramos hacia atrás en conmemoraciones y festejos. Los afrodescendientes exterminados mayormente en la guerra de la Triple Alianza y durante las epidemias de fiebre amarrilla fueron protagonistas urbanos (como los indígenas lo fueron desde su resistencia territorial en ámbitos rurales y que, a pesar de su derrota, emergen hoy nuevamente) de esa fragua diversamente nacional. Una fragua plurinacional.

No se trata de una moralina, de que incluir en un homenaje oficial a indígenas, mujeres o afrodescendientes es políticamente correcto. Porque ese reconocimiento llegará haciéndose sentir y ejerciendo presión desde otro ámbito. De hecho, lo étnico estatal no es garantía de nada. Hasta la negritud como etnicidad de Estado manipuló y exterminó. El intelectual haitiano René Depestre, durante su exilio cubano en los sesenta, decía sobre el dictador François Duvalier, que éste había articulado su acción política en base a un factor étnico, instaurando lo que llamó un tipo de "negritud como fascismo antillano". Pero la etnicidad tomada positivamente como construcción política ligada a las bases y a los movimientos sociales, como ocurre por estos tiempos en Bolivia (o por aquellos de 1804 en Haití) y en otros países con los inmigrantes, constituyen gran parte de las luchas (inter)nacionales emancipadoras de hoy.


domingo, 23 de mayo de 2010

36º Milenario y ½




Tele-5D-videntes, muy buenas noches. Como ustedes bien saben, el día de hoy, 24 de mayo de 38.310, es un día muy especial para todos nosotros. Es nuestro último día al aire hasta dentro de un año. Y no sólo eso, pero también. Tantas veces añorado, finalmente ha llegado. Aquella costumbre que comenzó hace 36.300 años y que, con el paso del tiempo, se ha logrado imponer como parte de nuestra cultura patria, el día de mañana alcanzará su punto prominente. Un feriado por cada centenario. Esa fue la herencia que de manera implícita la presidenta Cristina nos supo dejar como legado. 24 y 25 fueron allá por 2.010, hasta el 23 se extendió en 2.110, hasta el 22 en 2.210. A partir de mañana, celebrando los 36 milenios y medio de la Revolución de Mayo, comenzamos a transitar un año entero de feriados. Sí, un año entero sin trabajar ni ir a la escuela. Todo el país, desde el punto más austral de la ciudad de Ushuaia hasta el más nórdico de la Quiaca –incluida la recientemente re-incorporada Papelera Oriental del Uruguay-, suspenderá sus actividades durante 365 días en conmemoración del nacimiento de la patria.  Permítanme mis productores una licencia poética: la alegría fulgura los dientes en risa del pueblo argentino, eriza sus corazones blanquicelestes, enarbola el grito sagrado que un millar de penas creían haber enterrado. Las diferencias, los desacuerdos, los odios, los sentimientos adversos y encontrados se diluyen en la hermandad de la pasión patriótica. La comunidad se vuelve una. La nación, en gloria. Y sino, escuchemos los testimonios que nuestro reportero Augusto recogerá mañana por la mañana en pre-vivo y pre-directo desde la puerta de la anacrofábrica de autocópteros:

Muy buenos días. Pero qué digo buenos, magníficos días. Estamos transmitiendo en pre-vivo y pre-directo para la emisión de anoche de Tele-5D-Noche. Díganos, ¿qué siente sabiendo que a partir de hoy no tendrá que volver a trabajar hasta dentro de un año?

Que no nos va a alcanzar el tiempo para descansar todo lo que en los últimos milenios nos hicieron trabajar.

¿Acaso un año de feriados le parece poco? ¿Cuánto tiempo necesitaría para descansar?

Toda la vida, todas las vidas. Llegará un día en que los feriados pegarán la vuelta de los cien años. El último feriado coincidirá con la celebración de un nuevo centenario, y entonces todo volverá a comenzar sin tener que volver a trabajar. Será el fin de la historia, la subversión del calendario. Los psicohistoriadores calculan que ello ocurrirá en el año 3.831.000.

Suena prometedor, aunque lejano. Y mientras tanto, cuéntenos: ¿qué piensa hacer sin ir a trabajar durante este año feriado que a partir de hoy comienza?

Fiaca.

Fiaca, lo que desde mañana por la mañana haremos todos durante los próximos 12 meses. Muchas gracias Augusto. Ahora iremos con Teo a la virtualescuela para saber qué sentirán los virtualniños cuando mañana salgan de su acto por el 25 de Mayo:

Hola virtualniños. ¿Cómo les va? Somos de Tele-5D-Noche. Estamos saliendo en pre-vivo para todo el país y queremos que nos cuenten qué es lo que sienten ahora que no tendrán que volver a clases hasta dentro de un año.

Ehhhhh!!!!!! Un año sin venir a la virtualescuela!!!!!! Un año entero de recreo!!!! Que la virtualseño de psicohistoria venga a buscar la tarea que nos mandó a la putavirtualquelaparió…

Bueno, bueno. Parece que la alegría de los virtualniños no tiene límites. Y díganme, ¿qué piensan hacer a lo largo de todo un año sin virtualescuela, ni tele-5D-visores, ni jugueterías abiertas?


¿No saben qué van a hacer? ¿Con qué van a jugar? Parece que esto del año feriado no es tan bueno como parece.

Mi mamá me contó una vez que su abuela le contó que cuando era chica jugaba con un juguete virtual que no se compraba ni se vendía. Y la pasaba re bien. Hasta que hubo una rebelión universal de virtualniños y sus padres, como castigo, los mandaron a reflexionar a sus cuartos y les sacaron para siempre el juguete. Creo que se llamaba imaginación, o algo así.

¿Ima qué? En fin, muchas gracias virtualniños. Volvimos a estudios. Pero antes, desde aquí los despido, pues para mí también hoy comienza el año feriado: ¡feliz 36º milenario y 1/2 para todos!

Muchas gracias Teo. Y por último, antes de despedirnos nosotros también, oigamos qué nos dirán las mujeres que en minutos nomás se encontrarán realizando las compras antes de que el súper-ultra-híper-formi-mercado cierre sus puertas hasta dentro del próximo año. Irina por favor:

Muchas gracias. Aquí estamos en la inmensa cola hacia las cajas. Como vieron, una multitud de mujeres pronto se agolparán desesperadas por realizar la compra anual antes de que cierren todos los negocios. Los changuitos desbordarán de mercaderías para abastecer a las familias de todo lo necesario para el próximo año feriado. Señora, ¿cómo le va? Estamos transmitiendo en pre-vivo y pre-directo para Tele-5D-Noche. Cuéntenos sobre la alegría que siente a partir de este año feriado que se viene.

¿Alegría? Alegría será para vos que no estás casada ni tenés hijos. Para nosotras, las amas de casa, no hay feriado que valga. Cierran las fábricas, las escuelas, los negocios. Los medios de teletransportación dejan de funcionar, los tele-5D-visores de transmitir. Pero los hogares no cierran. ¿Quién te pensás que va a seguir haciendo las camas, la comida, lavando los platos, fregando los pisos? ¿Sabés lo que va a ser la casa con todo un año sin que nuestros esposos vayan a la anacrofábrica y nuestros hijos a la virtualescuela? ¿Quién los va a mantener ocupados? ¿Quién los va a entretener? Te la regalo querida. La que inventó eso de un feriado por centenario, creo que Cristina se llamaba, cómo se nota que era presidenta y no ama de casa.


domingo, 2 de mayo de 2010

Orillas siamesas


¿Lepública Oliental del Uluguay? Peces orientales con ojos rasgados, como este karateca del barrio portuario montevideano, prometen poblar el lecho del Río Uruguay. Que el Mundial 2030 nos encuentre unidos.


Difícilmente haya quienes piensen que el conflicto uruguayo-argentino por la pastera finlandesa Botnia tiene reminiscencias del conflicto más general y duradero entre Oriente y Occidente. Los roles no son analógos, pero las coordenadas geográficas sí. Incluso nuestro país vecino fue un poco más allá y se autodenominó Oriental. No tanto en referencia a la Argentina -aunque por lo que se comenta en el mundo acerca de nuestro ego no estaría mal creerlo-, sino porque arrastraba ese nombre desde que los colonizadores la denominaron Banda Oriental, por ubicarse al este del Río Uruguay. Una especie de Estrecho de Bósforo, divisor de la turca Estambul y del auténtico Oriente y Occidente. Raro que nuestros próceres unitarios y europeizantes no hayan copiado la idea bautizando a la nación como República Occidental de la Argentina. Les hubiera quedado al dedillo.

Lo cierto es que la pastera Botnia contamina, como también contamina la tan mentada Papel Prensa, ubicada en el delta del Paraná y cuya maquinaria fue construida, escandinava casualidad, por una empresa finlandesa. El Río Uruguay será cuna de peces de tres ojos, como los que no viven en el Riachuelo porteño. En todo caso, los diferendos, aunque sean protagonizados periféricamente por asambleas y manifestaciones populares de uno y otro lado, son estatales y siempre marcados por intereses económicos (¿sería posible un corte del puente Avellaneda por habitantes de la Isla Maciel, en contra de una papelera construida en la ribera de La Boca?). No resulta novedoso entonces que un tribunal internacional como el de La Haya, que defiende intereses europeos, haya salvaguardado a Botnia. O que en la última Cumbre del Clima en Copenhague los estados no se hayan puesto de acuerdo en cuanto a políticas efectivas para preservar el medio ambiente.

Por cierto, la pica entre los pueblos argentino y uruguayo no es tan picante como resulta con otros países. Pero cuando surge, se presiente un maremoto litoral o un nuevo sitio de Montevideo. Claro que los pueblos, por más movilización que promuevan, son meros espectadores expectantes de políticas gubernamentales torpes y de penosas intervenciones mediáticas en el manejo de los conflictos. Porque la industria cultural también contamina.

El teórico palestino Edward Said estudió los modos prejuiciosos con que Occidente representaba a Oriente en distintos escritos eurocéntricos de la etapa imperialista del viejo continente (otra expresión eurocéntrica, porque es tan viejo como el resto). Esto se tradujo en ciertas formas de imperialismo cultural, es decir, en la penetración en Oriente de representaciones sobre Oriente construidas fuera de Oriente. Eso sumado a la colonización propiamente dicha, con ocupación del territorio y de los hilos de poder autóctonos. Idéntica lógica advirtieron Armand Mattelart y Ariel Dorfman acerca del mensaje que las grandes industrias del entretenimiento estadounidense, ya a mediados del siglo XX, dosificaban directamente al inconsciente de los consumidores latinoamericanos a través de personajes como el pato Donald.

Lo que pasa culturalmente hoy entre Argentina y Uruguay es una micro-analogía, que encuentra a Tinelli en lugar del pato Donald y de las percepciones de Balzac sobre Oriente, salvando las enormes distancias, claro. Lo peor de la televisión argentina invade la pantalla del Cercanísimo Oriente sin feed-back, sin doble circulación, por cuestiones de economía financiera internacional y concentración de medios. El premio consuelo para los orientales es el cupo mínimo para alguna vedettonga uruguaya en las rutilantes competencias que esos programas organizan.

Las resistencias se hacen oír desde otros canales, más marginales que los televisivos, pero no por ello menos eficaces. Como las murgas, que en los tablados contribuyen a mitigar o a hacer catarsis contra esa saturación de chatura foránea. Claro que las diferencias culturales entre uruguayos y argentinos no tienen parangón con las que experimenta un irakí con una danesa; o una californiana con un hondureño. La frontera nacional, como cualquier otra, es una ficción que impidió el anhelo de las provincias americanas unidas. Pero en nuestro caso se trata ni más ni menos que de un río simbólico, anchísimo y también contaminado, sobre todo en el lecho argentino. El Río de la Plata articula como matriz identitaria a dos orillas hermanas, casi como un órgano que une a dos siamesas, pero a las que cada tanto les pinta al petardismo fratricida para ver por dónde corta el bisturí.